EL CALVARIO DE MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI Y LA CONCATEDRAL DE LA REDONDA
Uno de los tesoros mejor guardados de Logroño se encuentra en nuestra Concatedral de Santa María de La Redonda, para verlo tendrás que situarte en la girola y buscar una especie de caja fuerte, es casi seguro que podrás encontrarte a varias personas mirando un pequeño cuadro que hay en su interior, una vez dejen el espacio libre, has de disponer de una moneda de cincuenta céntimos para poder ver la obra iluminada y merece la pena, te aseguro que merece la pena…
¿Para quién se hizo? ¿Qué podemos ver en él? ¿Cómo llegó a Logroño? ¿Es original del artista florentino o es una de las numerosas copias que existen del cuadro? Vamos a contar una historia para ir contestando las preguntas más habituales que nos hacen a los guías.
En 1534 Miguel Ángel se encuentra de regreso en Roma, comienza entonces su relación con Vittoria Colonna, Marquesa de Pescara, viuda del español Francisco de Ávalos (que mira tú por donde era de origen riojano), a la postre poetisa y religiosa casi mística. Puede que se tratara de amor platónico, quizás sólo amistad apasionada, o bien fuera una estrecha relación espiritual y artística lo que les unió, el caso es que la dama se convirtió en inspiración del divino Miguel Ángel los últimos años de su vida, incluso después de su muerte, acaecida en 1547 en presencia de su amigo.
Sabemos que Miguel Ángel pintaría para Vittoria tres dibujos bíblicos: una Samaritana, una Piedad y, a petición de la poetisa, un Crucificado para que presidiera su oratorio. Tras presentarle varios bocetos, que se conservan en el British Museum y en el Louvre, realizaría un pequeño Calvario que emocionó a la Marquesa, en el que aparecía Cristo en la cruz, la Virgen y San Juan. Para la imagen del Cristo se inspiró, como en otras ocasiones, en la escultura de Laocoonte con sus hijos que él mismo había restaurado, imprimiéndole la misma torsión, además de una forma serpentinata, es decir, en forma de llama simbolizando el triunfo del espíritu sobre la materia.
En agradecimiento al artista Vittoria escribiría en 1540: “Confiaba yo sobre manera que Dios os daría una gracia sobrenatural para hacer este Cristo; después de verlo tan admirable que supera, en todos los aspectos, cualquier expectación; porque, animada por vuestros prodigios, deseaba lo que ahora veo maravillosamente realizado y que es la suma de la perfección, hasta el punto que no se podría desear más, y ni tan siquiera a desear tanto.”
En 1547 Vittoria murió, Miguel Ángel recuperó el cuadro y, a pesar de que años atrás había manifestado en un soneto: “que sería única en el cielo,/ el mundo ciego no la puede apreciar./ Ni con hierro en la piedra/ ni con pincel en velo/un artista la podría copiar”, decidió incluirla en el Calvario como María Magdalena, que luce en su brazo un paño de viudedad hebreo.
Entre las curiosidades que podemos observar en el Calvario de La Redonda hay dos que merece la pena destacar: una la tenemos en el cuello de Cristo y si utilizamos una lente de aumento podremos leer “El Gibor” que significa “Héroe divino/Dios Todopoderoso” y otra es la llamada “tercera mano” de la Virgen fruto de un “arrepentimento” del autor al cambiar la posición de uno de los brazos de la figura y que, con el paso del tiempo y el deterioro de la pintura, podemos volver a ver.
¿Cómo llega la obra a Logroño? La respuesta la tienes también en este espacio de la girola, aquí tiene su descanso eterno el Obispo Pedro González del Castillo, que vio la luz al final del túnel el 5 de agosto de 1627. Hombre humanista, rico y bien relacionado con la Corte y con Roma, se había ido haciendo con una colección de obras de arte muy valiosas con el fin de que sirvieran para decorar la que sería su capilla en esta Concatedral. Sabido de los tesoros con los que contaba, antes de fallecer, deja instrucciones precisas a su depositario para que ejerza control severo sobre las obras y que, “hasta que no estuviera terminada la reja que iba a proteger el recinto, no se colgaran de sus paredes”. Sobre la pintura que nos ocupa también dio orden de que “fuera guardada en un arca y que, sólo cuando estuviera asentada la reja en la capilla, se dispusiera colgada en lo alto de su sepulcro para que la gente la pudiera admirar desde fuera”.
Hay diversas copias de este cuadro, alguna de ellas realizada en época de Miguel Ángel y su círculo, como la que se atribuía a Marcello Venusti y que decoraba una pared en una residencia de estudiantes en Oxford. En 2011, Antonio Forcellino, experto italiano en arte, atribuyó esta obra directamente a Miguel Ángel. Si me preguntas a mí, te diré que estoy de acuerdo con José Manuel Ramírez cuando afirma que el original y único documentado es el expuesto en La Redonda.
GIORGIO VASARI. (2002). Las Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos. Madrid: Ediciones Cátedra.
JOSÉ MANUEL RAMÍREZ MARTÍNEZ. Guía Histórico- Artística Logroño. Logroño: Editorial Ochoa.
JOSÉ PIJOÁN. Miguel Ángel como escultor. Summa Artis Antología TOMO V.
J, SAINZ. (2011). Otro enigma sobre Miguel Ángel. Diario La Rioja Sitio web: https://www.larioja.com/v/20110713/cultura/otro-enigma-sobre-miguel-20110713.html
Maravilloso