Declarada Monumento Nacional en 1956, la iglesia de San Bartolomé no siempre ha tenido una función religiosa ya que sus piedras han sido testigo de usos diversos, como el de hospital de guerra, parque de artillería, centro de telégrafos, local de enseñanza de la Milicia Nacional, taller de ebanistería, almacén y carbonería.
Es la iglesia más antigua de Logroño. Su construcción comienza en el siglo XII, en estilo románico (ábsides), se continúa en el siglo XIII (muros, pilares y crucerías), en el siglo XIV se realiza la capilla sepulcral y en el siglo XVI se construye el coro en alto y se reforma la cubierta y parte de los pilares.
Torre de la Iglesia
Hay que diferenciar dos partes en la fábrica de la torre: los cuerpos inferiores son románicos y los superiores se reconstruyen bien avanzado el siglo XVI.
Está formada por cuatro cuerpos cuadrados, el primero de ellos de sillería, el segundo combinando sillería y ladrillo, y los superiores en ladrillo con claro gusto mudéjar (con azulejos decorativos) prestado de la vecina región de Aragón.
Portada Gótica
Es uno de los tesoros del patrimonio artístico logroñés, la obra más destacable de la escultura gótica riojana. A los pies del templo y orientada al oeste, fue realizada durante el último tercio del siglo XIII, aunque en ella podemos todavía reconocer ciertos ecos románicos.
La portada se organiza bajo seis grandes arquivoltas apuntadas, dos de ellas decoradas a base de motivos vegetales y ángeles. Debajo de éstas aparece el tímpano que acoge la escena de la Segunda Venida de Cristo, muy en relación con la portada de la Coronería de la Catedral de Burgos, en la que un Cristo Juez nos muestra las llagas de su martirio, flanqueado por su Madre y su Discípulo Predilecto, que se arrodillan ante él para interceder por la humanidad.
Adaptándose a la altura decreciente del tímpano, aparecen cuatro ángeles portadores de símbolos de la Pasión (cruz, corona, lanza y columna). Debajo de esta escena, tenemos un dintel decorado con la representación de los doce Apóstoles, cada uno con su atributo.
Sorprende al observador la falta de coherencia de los elementos que aparecen en este tímpano y ello es debido a la reordenación a la que fueron sometidos durante las obras de construcción del coro en el siglo XVI, ya que para posibilitar la entrada de luz a dicho coro, hubo que abrir la ventana que hoy vemos en el lugar donde había estado encajado el tímpano, y dar la vuelta de abajo a arriba a las jambas decoradas que anteriormente iban debajo del dintel.
Partiendo de las arquivoltas tenemos dos series de jambas abocinadas que se disponen en sendos pisos. Éstas están cubiertas con arcos apoyados sobre los capiteles de las columnas, que van decorados con motivos historiados, algunos de ellos en referencia a la lucha entre el bien y el mal, cuyo mensaje parte del primer capitel situado a mano derecha, en el que se representa deliciosamente la Expulsión del Paraíso de unos regordetes Adán y Eva, como comienzo de nuestros penares.
Mientras las jambas superiores nos cuentan la historia de San Bartolomé, las inferiores están decoradas con motivos florales, a modo de zócalo. El programa iconográfico, que se despliega por toda la fachada, está tomado literalmente de La Leyenda Dorada, que escribió el beato italiano Jacoppo de la Vorágine en el siglo XIII, donde se recoge la vida y milagros de diferentes santos, entre ellos, Bartolomé.
Hay que recordar, que durante la Edad Media y hasta épocas no muy lejanas, la mayoría de la población no sabía leer textos, este conocimiento estaba limitado al clero y a las clases nobles, pero que no pudieran descifrar letras no quería decir que no pudieran leer a través de imágenes, de ahí el empeño de la Iglesia de mostrar su doctrina a través de las portadas, los retablos, las esculturas y las pinturas que adornan sus templos.
¿Como "leer" su historia?
Dicho esto, situados de frente a la portada, debemos empezar a “leer” su historia desde las últimas jambas de la parte derecha hacia la puerta, para pasar posteriormente a la del extremo izquierdo más alejado de la puerta e ir avanzando hacia ella.
A modo de cómic, un tanto deteriorado por el paso del tiempo, nos cuenta cómo San Bartolomé (apóstol que fue a predicar a Armenia), que va a aparecer representado en las diferentes escenas con barba y con nimbo en la cabeza, expulsa a un demonio que habitaba en el templo del ídolo Astaroth, para posteriormente curar a un hombre poseído por el demonio y a la propia hija del rey Polemón, que era lunática.
Agradecidos, el rey y su corte se convierten al cristianismo. Tenemos luego la escena en que los sacerdotes van a sacrificar a otro ídolo que vemos salir de un cofre (sólo conservamos las piernas del mismo) mientras San Bartolomé se lo ordena.
Y acaba el relato de la parte derecha con un San Bartolomé prendido por un soldado que lo lleva ante la presencia del rey Astiages, hermano de Polemón, que reinaba en otra parte de Armenia.
Seguimos leyendo, ahora, desde la parte izquierda de la fachada, donde aparece el enfrentamiento entre el Santo y el ídolo de Astiages, Baldach, que acaba encadenado. Será entonces cuando Astiages mande que azoten al Santo y que lo martiricen desollándolo vivo.
Debajo de la escena del martirio aparecen tres figuras que representan tres pecados capitales: la primera, que con sus brazos está sujetando la escena superior, con un lagarto que le muerde el pecho (lujuria); le sigue otra mujer vestida a la moda del siglo XIII (vanidad) y, a su lado, un personaje que se recuesta sobre la palma de la mano en actitud de dormir (pereza). Acaba la historia con la imagen del Santo, que sigue predicando ante un auditorio de sabios, con su propia piel a cuestas.
Interior de San Bartolomé
De planta basilical, con tres ábsides, crucero, tres naves de dos tramos, coro en alto y capilla sepulcral.
El ábside central semicircular, con cubierta de cañón apuntado y bóveda de horno, decorado con el típico jaquelado de las iglesias del Camino de Santiago, románico, al igual que los laterales, de menor altura y planta cuadrangular, con cubierta apuntada.
El coro en alto es obra del siglo XVI del cantero Pedro de Acha, se localiza a los pies de la iglesia, sobre una bóveda estrellada.
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